viernes, 28 de julio de 2017

ESTE LIBRO ES DE BORDADO
Aldana Tellechea

         Presentación en el Centro Cultural Tierra Violeta 
25/7/2017

EL TIEMPO BORDADO

“La intención es intensa: cargar cada puntada al máximo de sentido” Lucía Blanco


“Mientras bordaba, pensaba en la utilidad de la inutilidad de eso que hacía, (…) sin embargo, estaba convencida de dos cosas: la primera, que la única emergencia verdadera era abandonar la torpeza de actuar precipitadamente, de modo que detenerse a pensar era ya una medida de primera necesidad. Y la segunda que sentir placer en el hacer ya es, de algún modo, construir una alternativa a un modelo socioeconómico que alimenta como perros rabiosos la meritocracia y la eficiencia”- nos relata Aldana Tellechea en el texto de su autoría que acompaña a las imágenes de Este libro es de bordado - y reflexiona: “mi problema era otro entonces: ese placer que sentía era individual y quería compartirlo. Guardármelo solo para mí no tenía demasiado sentido. Quería invitar a otros a que hicieran lo mismo, a frenar un ratito en el medio de la urgencia y probaran bordar”.

          Y entonces, Aldana bordó este libro…



          Este libro es de bordado no es un muestrario de labores, no es el manual de la bordadora, no es un breviario didáctico de puntos, pero podemos aprender algunos de ellos:
Punto cadena.
         Las labores de bordado se transmitieron siempre de generación en generación de mujeres y con ellas, mandatos, consejos, formas de vida. Estas labores hogareñas con fines decorativos, utilitarios y muchas veces, ligadas a lo afectivo: “te bordo el cuellito”, “te tejo algo que te abrigue bien”, son saberes encadenados a lo largo del tiempo. En estos lazos están las premisas que favorecen la continuidad del patriarcado: la sumisión, la obediencia, la culpa, el silencio. Pero también están las herramientas para crecer y la capacidad para construir libertad en compañía.
Punto nudo.
         La familia del punto nudo (porque en familias agrupa Aldana las puntadas), hace del escollo, del conflicto, de la problemática, un recurso estético. Mientras otras costureras ven suspendido y perjudicado su ritmo de trabajo hasta deshacer el nudo, la bordadora llena de pintas el espacio, se detiene en los nudos, los piensa y puede seguir bordando a pesar de ellos y con ellos.
Punto tallo.
         El bordado es un arte que brota, que se expande, que abarca. Cubre superficies como yuyo silvestre, se abraza y rodea como la hiedra. Con esa fuerza aparece en el mundo del arte y en el universo de lo textil. Desde que el bordado abrió la puerta de salir a jugar, los hilos andan por todas partes, ramificando sus puntas.
Punto espina.
         La bordadora está acostumbrada a recibir pinchazos, pinchazos de agujas. De modo que sabe curar las heridas provocadas por las espinas y también, sabe reconocerlas, evitarlas y ayudar a otras mujeres a bordarlas para redondear sus bordes puntiagudos.
Punto revés.
         En el bordado tradicional era tan importante el derecho como el revés del trabajo, debía estar tan prolijamente terminado de un lado como del otro. Y el no haberlo prolijado, no sólo indicaba falta de oficio, sino que también era síntoma de desidia, de pereza, de indolencia y de desapego a las premisas que indicaban cómo debería ser y parecer una mujer.
         Verdaderamente, un punto cruz.
         Este libro es de bordado tiene el desenfado de mostrarnos el truco sin anular la magia, de permitirnos entrever lo que está detrás, lo que se esconde tras los puntos ordenados y estéticamente compuestos como en muestrario: hilos que bailan y se trenzan como se les da la gana.
Punto vuelo.
         Un punto para hablar de Aldana, que con su ocio emplumó alas, que nunca sospechó que de su gesto bordado, de su tiempo pensado, nacería un libro que llegaría tan lejos, tan hondo y sería tan necesario de tener entre las manos.
Punto atrás.
         Aldana nos cuenta que “mientras pensaba en la utilidad de la inutilidad de lo que hacía”, veía como “el mundo avanzaba hacia la derecha y marcha atrás”.
Apelando al lenguaje de las puntadas y al punto atrás (su punto favorito y también el mío), es posible que en esta coyuntura presente, en la que como dijera en su reseña sobre el libro, Agustina Paz Frontera, “el neoliberalismo nos esconde los hilos” y el patriarcado se muestra con sus costuras más reforzadas, el punto atrás nos hable de resistencia.
         Para hacer el punto atrás se retrocede hacia la derecha y hacia atrás volviendo a hacer entrar la aguja en la tela, en la salida del último punto bordado. Se pasa el hilo por detrás de la tela y se vuelve a sacar la aguja por la izquierda, a la distancia elegida, para seguir hacia adelante.
Si nuestras puntadas son tenaces, animosas y valientes, si nuestras puntadas van juntas, la línea avanza como dibujando, la línea avanza como escribiendo, la línea avanza como cantando en el tiempo, hacia la izquierda y hacia adelante.

Viviana Debicki